En 1831, Facundo Quiroga impone el destierro a los jefes salteños que acaba de vencer. Entre los dos mil emigrados que atraviesan la puna, va una adolescente de catorce años, rubia, de ojos claros. Su padre y su tío, el canónigo Gorriti, son unitarios; su otro tío, el famoso Pachi, guerrillero de Güemes, oyó la prédica de Dorrego y se hizo federal. Al llegar a Tarija, la joven atisba a un apuesto capitán: Manuel Isidoro Belzú, que con el tiempo llegará a ser el primer presidente populista de Bolivia. Pero cuando Juanamanuela se casa con él es un oscuro soldado de veintidós años.
Juanamanuela emerge como enamorada, esposa, madre de hijos legítimos e ilegítimos, divorciada, maestra, escritora, viajera por tres países dominados -y a veces destrozados- por las contiendas de los hombres, y, por último, testigo de la revolución que Tejedor le hizo a Avellaneda en el Buenos Aires de 1880.
La autora convierte una rigurosa investigación en divertida materia novelística. Al desandar el tiempo en busca de la identidad de Juanamanuela está reflexionando, de alguna manera, sobre nuestra propia identidad como nación.